Tres años y medio de depresión, un intento de suicidio y un largo deambular por psicólogos, psiquiatras, hospitales y toda clase de psicofármacos. Es el resumen -inevitablemente incompleto- del largo y doloroso proceso de Mireia, una mujer de 47 años, hasta llegar al tratamiento con ketamina que, por fin, «le ha permitido ver la luz al final del túnel».
Mireia ya tenía antecedentes por depresión, un episodio a los 18 años, pero estuvo a punto de sucumbir ante una depresión que comenzó hace cuatro años, a raíz de los malos tratos de quien era su pareja en aquel momento. «Además de los malos tratos, descubrí la persona con la que tenía una relación también me engañaba, con lo que entré en barrena y tuve un intento de suicidio», nos cuenta por teléfono desde un pueblo de la costa catalana, donde vive temporalmente para estar alejada de su maltratador. Mireia no quiere hablar bajo nombre simulado, porque, insiste, «es importante que se conozca y se normalice el tratamiento con psicodélicos. A mí me ha salvado la vida», explica.
Después de tres años y medio de terapia, y un cóctel de psicofármacos que incluía antidepresivos, ansiolíticos y somníferos, Mireia oyó hablar de los tratamientos con ketamina: «A través de una amiga llego al doctor Mia Fàbregas y a su clínica Cita. Yo no iba con la idea de tratarme con ketamina, pero sabía que era una opción. Nunca he tomado drogas, ni alcohol, ni siquiera café. Yo era una persona deportista, si bien llevaba tres años incapaz de hacer nada».
Clínicas Cita es una clínica especializada en adicciones situada a las afueras de Barcelona. Hace dos años se convirtió en el centro pionero en la administración de ketamina para la depresión resistente a los antidepresivos, como es el caso de Mireia. El tratamiento con ketamina que ofrece Cita forma parte del programa de terapia psicodélica de la Fundación Beckley Med. La ketamina es la única sustancia psicodélica cuya aplicación está avalada por la Agencia del Medicamento a día de hoy, dada su prolongada y segura trayectoria como anestésico.
Mi experiencia con ketamina
El caso de Mireia es común a muchas personas diagnosticadas con depresión y tratadas con antidepresivos: «La medicación no me sentaba mal pero tampoco veía ninguna evolución. Simplemente iba transitando y esperando el momento de poder dejarla, de poder dormir… con la psicóloga también me ocurría, no veía ningún avance, tras tres años y medio. No había apenas mejoría», recuerda.
Mireia tocó la puerta de Cita hace apenas dos meses y, desde entonces, y en apenas cuatro aplicaciones ha avanzado más a superar su depresión que en los cuatro años previos, según nos explica: «La doctora Julia [Javkin] tenía muy claro que era candidata para la terapia con ketamina. Yo tenía muchas ganas de intentarlo porque veía que con los medicamentos no llegaba a ningún sitio. Le tenía mucho respeto porque nunca había tomado nada. Ella [Julia Javkin, psiquiatra de Cita] me infundió muchísima confianza».
«Me inyectaron las dos primeras sesiones por vía intravenosa. Tuve unas visiones muy claras, no tuve ningún miedo, la aplicación fue muy progresiva y tuve un sentimiento incluso físico de mi dolor emocional: yo tenía una lesión física en el lado derecho, que me dijeron que corresponde a la parte masculina, y allí es donde sentía una imagen muy oscura, aparecía la persona, como una mancha, un color, no era su imagen sino algo figurativo. En la última sesión sentí un renacer, un volver a empezar. Experimenté cosas que jamás hubiera creído, cosas muy profundas, como la espiritualidad». Mireia, que estudió Bellas Artes, nos hace llegar los dibujos que hizo tras las distintas sesiones con ketamina para ilustrar su evolución:
El proceso con la sustancia nunca fue intimidante ni físicamente exigente. Más bien, relata, «te vas durmiendo poco a poco y, de repente, abres los ojos y sabes que ha acabado la sesión. No hay noción del tiempo, es como un sueño lúcido (…) En ningún momento fue psicodélico o perdí el control, nada de lo que yo hubiera asociado con el efecto de una droga». Otro de los miedos que no se manifestaron fue que pudiera hacerse adicta a la ketamina. Y no, «no es en absoluto adictiva».
«He tenido cansancio a posteriori, pero ningún descontrol ni físico ni mental. En la última sesión he sentido en el estómago un sentimiento de felicidad. Con la ayuda de los profesionales llegué a la conclusión de que tenía renunciar a mi trabajo, a mi ciudad, esa es la parte más dura (…) Lo que sí es cierto es que ha recuperado la felicidad, montar en bici, venirme a la playa, comprar ropa, vestir colores claros… recuperar la ilusión por pequeñas cosas. La gente me ha visto renovada, “no pareces tú”, ha vuelto la persona que eras antes, me dicen».
Acompañamiento terapéutico
La terapia con ketamina va mucho más allá de la aplicación de la sustancia. Su eficacia radica, en un altísimo porcentaje, en el acompañamiento terapéutico. Para Mireia, que continúa el proceso, «el acompañamiento terapéutico es importantísimo, vital, tanto a nivel del psicólogo como en la integración de tu vida cotidiana. La confianza con Julia, no tiene nada que ver una sesión con ella que con otro profesional. Una sesión con ella es especial, no es administrar una dosis, sino cómo te explica el antes, el durante y el después… cómo integras todo lo que has vivido en tu día a día».
Preguntamos a Mireia si cree que ha superado la depresión que le atormentaba hace apenas diez semanas. «No he superado aún la depresión. No creo que las cosas sean tan rápidas, pero sí que me ha plantado una semilla para ir trabajando. Si antes tenía picos de 20 ahora tengo picos de 5, por decir algo. Es muy pronto para hablar de superar la depresión, hay que continuar con ese proceso».
El artículo está ilustrado con los dibujos realizados por la propia paciente durante su tratamiento con terapia asistida con ketamina.
Aquí puedes saber más del programa de terapia asistida con ketamina de Cita, un nuevo paradigma en el tratamiento de la depresión.
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