Don Lattin ha estado en la primera línea de la historia de los psicodélicos desde casi la prehistoria de la contracultura. Con 18 años tuvo su primer ‘trip‘ con LSD en el San Francisco post-hippy de la época. Hoy, varias décadas después, revisita la historia de los psicodélicos, ahora desde el punto de vista médico y terapéutico, en un fabuloso libro: ‘La nueva medicina psicodélica’, recién publicado por Ediciones La Llave en colaboración con Fundación Beckley Med y que se presenta este viernes, 8 de octubre, en la Casa del Libro de Barcelona.
Hablamos con Don Lattin vía Zoom, unas horas antes de que embarque en su vuelo con destino a Barcelona.
¿Has visto ya la edición española de tu libro ‘La nueva medicina psicodélica’?
¡Sí! David [Barba] me envió un par de ejemplares. Me gusta mucho la portada. Me recuerda a la ‘Creación del hombre’, de Michelangelo.
Yo pensé lo mismo al verla: ¡La Capilla Sixtina!
No sé si sabes… bueno, lo sabes, porque lo cuento en el libro que al principio, antes de llamarse ‘Éxtasis’ o ‘Molly’, el MDMA se denominó ‘Adam’, Adán. Así voy a empezar la charla que estoy preparando para dar en la Casa del Libro de Barcelona el próximo 8 de octubre. Por tanto, es una gran portada: ‘La creación de Adán’.
Así es, porque lo de ‘Éxtasis’ vino más adelante, en los ochenta, creo que en Europa…
En esa época, efectivamente, pero más bien en Dallas (Texas), donde había un gran movimiento en bares y clubs incluso antes de que empezara el movimiento de las raves en el Reino Unido.
Fue una gran idea de ‘branding’…
Así es: ¿quién no quiere entrar en éxtasis? [risas].
Quería agradecerte en nombre de todo el equipo de Beckley Med. Como sabes, el proyecto está inspirado por The Beckley Foundation, la fundación británica creada por Amanda Fielding, a quien tú entrevistas en el libro. ¿Qué impresión te llevaste de la ‘Baronesa de los Psicodélicos’?
De hecho, la he conocido un par de veces y la entrevisté para el libro. Amanda es una auténtica pionera en el campo de los psicodélicos, y tiene una historia muy interesante, repleta de aventuras, allá por los 60. Es un poquito mayor que yo, yo no guardo recuerdos de aquella década.
Es curioso que en pleno “renacer de los psicodélicos”, el LSD haya quedado fuera del mapa. ¿Qué ha pasado con el ácido lisérgico para quedar al margen de la tercera ola de la psicodelia?
Se está haciendo algo de investigación, no mucha, alrededor del LSD. Creo que hay un par de motivos para ello. El primero es de índole práctica: un viaje de LSD dura de 10 a 12 horas, mientras uno de psilocibina dura seis horas, de forma que si estás haciendo terapia es una gran diferencia. La otra tiene que ver con que el LSD es “infame”, tiene mala fama. Al nombrarlo, en seguida te vienen en mente los años sesenta, los hippies y la controversia de la contracultura de aquella época. La palabra LSD tiene una importante carga cultural, puede que no tanto hoy en día, pero sí hace 20 años, cuando MAPS empezó a pedir donaciones para la investigación. Sin embargo, la mayoría de la gente no ha oído hablar de la psilocibina o incluso el MDMA, de modo que es menos polémico. Por otra parte, creo que el LSD es una droga muy poderosa, así que debes tener mucho cuidado al usarlo, tanto en terapia como recreativamente.
¿Crees que, incluso 50 años después de la prohibición, la figura de Timothy Leary aún sobrevuela el debate sobre las drogas psicodélicas?
Mucha gente se ha olvidado ya de Leary. De hecho no creo que la gente joven siquiera haya escuchado hablar de Timothy Leary, pero en los 60 y los 70 fue una figura muy controvertida. Leary fue un brillante psicólogo e investigador pero se metió en esta campaña en enloquecida por “colocar” a todo el planeta. La ciencia no abandonó a Leary, fue Leary quien abandonó la ciencia. Él deseaba un escenario más grande, quería liderar un movimiento social, junto con Richard Alpert, Ram Dass y compañía. Creo que su legado es ambivalente. Mucha gente le culpa injustamente por la Guerra contra las drogas y la reacción contra los psicodélicos. No es tan sencillo. Hay muchos otros factores y fuerzas más influyentes que Leary… pero sí, era un tipo brillantes y alegre. Hablé de él en mi libro ‘The Harvard Psychedelic Club’, no sé si lo conoces…
No, no lo he leído.
Es un libro interesante. Lo escribí en un estilo narrativo, distinto a los libros habituales de no ficción. En él cuento en profundidad la historia de Leary, Richard Alpert y un par de tipos más que pasaron por Harvard a mediados de los 60 y que allanaron el camino para la revolución posterior de la contracultura, los psiquedélicos y demás.
Tal vez el “hijo problemático” del que habla Hoffman tuvo que ver con que los hippies de la época tomaron ácido demasiado jóvenes. Creo que alguien en tu libro recomienda tomar psiquedélicos a partir de cierta edad, cuando tu personalidad ya está más formada.
Ese es un punto muy bueno. Esa es una de las cosas que me dijo Anna, la viuda de Sasha Shulgin, cuando la entrevisté para el libro. Esto es válido no sólo para el LSD sino también para el MDMA; ella aprendió por el camino duro que no es una buena idea tomar demasiado MDMA o tomarlo con demasiada frecuencia, incluso puede ser más peligroso físicamente que el LSD. Una de las cosas que puede hacer una dosis alta de LSD es detonar tu ego, disolverlo o trascenderlo, según cómo quieras verlo. Por ello es importante tener un sentido de ti mismo para poder dinamitarlo y acceder a un nivel más elevado de autopercepción. Esto me sucedió un poco a mí, como cuento en el libro ‘The Harvard Psychedelic Club’: tuve algunas experiencias maravillosas con LSD, pero luego tuve alguna realmente mala, en la que tuve una suerte de brote psicótico del que tardé varios meses en recuperarme. Creo que conseguí salir mejor de lo que entré, pero por un tiempo pensé que me iba a quedar tocado para siempre. Tuve ‘flash-backs’ de ácido, algo que pensaba que era propaganda anti-drogas, pero no, me sucedió a mí: existen.
Sí, a mí también me ha sucedido.
Ojalá en aquel tiempo hubiese tenido un guía o un terapeuta para poder atravesar aquello, porque muy a menudo un mal viaje puede ser la mejor terapia.
Es por ello que hacemos hincapié en la importancia de usar psicodélicos y plantas maestras en un entorno ceremonial, y con un guía. Es como ir a escalar una montaña en los Himalayas… mejor contar con un sherpa que te guíe en el camino.
El contexto, la intención… el set & setting son esenciales, así como la música y toda la estructura que rodea a la ingesta. Hay un gran debate en estos momentos en California entre gente que está a favor de la medicalización y quienes desean la legalización también para el uso recreativo. Por tanto, hay una reacción contra el modelo médico, con eslóganes del tipo ‘Keep psychedelics weird’. Es un momento interesante, al menos en Estados Unidos, porque se están dando tres procesos simultáneos: los ensayos clínicos, financiados por MAPS y otras organizaciones, para reclasificar la psilocibina y el MDMA para usarlas legalmente; luego están las campañas de descriminalización, con varias ciudades y un estado (Oregón), y se extiende a otros lugares, y finalmente el movimiento por la libertad religiosa, también denominado ‘libertad cognitiva’, que es la postura que adoptó Leary: estamos en nuestro derecho a alternar nuestra conciencia como nos venga en gana.
¿Crees que es justo establecer una diferencia tan radical entre los usos médico y recreativo? ¿Acaso el uso recreativo no afecta también al bienestar y, por tanto a la salud, del consumidor?
Por supuesto. Personalmente yo digo sí a todo lo enumerado arriba. La guerra contra las drogas ha fracasado miserablemente, tanto con los psicodélicos como con los opiáceos. Hay una enorme crisis de opiáceos en Estados Unidos; en San Francisco está muriendo más gente por los opiáceos que por Covid. Yo creo en la libertad cognitiva y que si no dañas a nadie y los usas de una forma segura -que no vayas conduciendo un coche bajo los efectos del LSD, por ejemplo-, cualquiera debería tener el derecho a explorar su conciencia como le plazca. Creo que deberían estar educados, conocer la dosis y la calidad… pero no debería ser “esto o lo otro”, una pelea que se está dando en la comunidad psiquedélica hoy en día.
¿En serio?
Sí. Hace un tiempo nos preguntábamos cómo se iba a parar esta tendencia [hacia la legitimización de los psiquedélicos]. Pensábamos que tal vez sería el Gobierno o los medios contando noticias negativas, pero ha resultado que el principal peligro está dentro de la propia comunidad psiquedélica. Es algo innecesario, en mi opinión, porque puedes tener un uso recreacional, otro médico y un tercero religioso sin que unos excluyan a los demás. Hay una gran pregunta: ¿quiénes deberían ser los ‘controladores’ [gate keepers] de los psicodélicos? ¿O acaso deberían existir? Por otra parte, hay grupos rituales y recreativos tomando psicodélicos incluso si no es legal, y eso no va a cambiar. Es lo mismo que pasó con la marihuana: primero hubo marihuana medicinal, más tarde marihuana recreativa… no importa lo que hagan con los psicodélicos, siempre va a existir una zona clandestina, pero creo que es bueno que la gente tenga opciones, porque, como dije anteriormente, son sustancias muy delicadas.
¿Cuál crees que es el rol de los psicodélicos en la situación de emergencia de salud mental existente hoy en el mundo?
Efectivamente, la crisis de salud mental se está acentuando en Estados Unidos, y en parte es por la pandemia. La gente estaba tan aislada y ansiosa. Yo mismo sufro esta ansiedad. Este viaje a España, por ejemplo, me provoca una gran ansiedad por el hecho de coger un avión y llevar la mascarilla, yo que he sido reportero en países más peligrosos y he cogido aviones por todo el mundo… Creo que sustancias como la ketamina y la psilocibina son muy efectivas para con la depresión y la ansiedad. Es un tratamiento que debería estar disponible para las personas que sufren de estas dolencias, si bien es importante subrayar que los psicodélicos no son para todo el mundo. Hay gente para quienes los antidepresivos tradicionales o la psicoterapia funcionan bien. Para otros, la terapia psicodélica puede ser una gran herramienta.
Puedes ver la entrevista completa con Don Lattin aquí:
Continuará…
Fundación Beckley Med y Ediciones La Llave presentan el libro ‘La nueva medicina psicodélica’ el próximo 8 de octubre en Barcelona (Casa del Libro, Rambla de Catalunya 37), con la presencia del autor, Don Lattin, y los representantes de la fundación. Reserva tu plaza en comunicacio@casadellibro.com.
Think Tank fundado en Gran Bretaña en 1998 por Amanda Feilding, pionero en la investigación con psicodélicos en el campo de la salud mental.
La organización puntera en la investigación con psicodélicos en el mundo. MAPS de Rick Doblin lidera a nivel global los programas de formación de terapeutas psicodélicos
La figura de Stan Grof en la historia de los psicodélicos alcanza la categoría de leyenda. Su legado cobra forma de un minucioso programa de formación sobre la psicoterapia con psicodélicos.