La epidemia de soledad, depresión, duelo y quiebra social que ha provocado la pandemia del coronavirus ha abonado el terreno para que la poderosa herramienta que son los psicodélicos dé un paso al frente. Un planeta devastado y una población abatida necesita nuevas herramientas para afrontar una época atribulada y un futuro incierto.
Los psicodélicos siempre estuvieron ahí, y se cuentan por millones las personas que han recurrido a ellos para su sanación y crecimiento personal, ajenos a los designios de la ley. Ahora, vuelven con renovada fuerza, amparados por los estudios científicos que demuestran empíricamente la eficacia de ‘medicinas’ como el MDMA, la psilocibina, la ketamina o la psilocibina, la molécula que confiere el atributo de “mágicos” a los hongos.
La investigación con sustancias psicodélicas quedó abruptamente interrumpida hace 40 años. Durante los 25 años previos, los que mediaron entre el descubrimiento del LSD por Albert Hoffman y su prohibición en 1971, decenas de miles de personas se beneficiaron, liberándose de su adicción al alcohol, al tabaco y otras sustancias nocivas.
Aquel inmenso legado de los pioneros de la psicodelia quedó en el olvido, como un tesoro que los “arqueólogos” de la psique empezaron a desenterrar en la década de los 90, abriendo el resurgir de la medicina psicodélica.
Heridas de guerra
Paradójicamente, el fin de la ‘Guerra contra las drogas’ iniciada por Richard Nixon y tercamente perpetuada por Ronald Reagan, con los resultados por todos conocidos, se tendrá lugar para poder curar a toda una generación de ex combatientes de EE.UU. afectados por estrés post-traumático (PTSD).
Tal y como relata Don Lattin en su libro ‘La nueva medicina psicodélica’ -que acaba de publicar Ediciones La Llave en colaboración con la Fundación Beckley Med- sólo en 2013, 535.000 soldados estadounidenses acudieron a las autoridades del país buscando alivio para su calvario. El número de suicidios entre soldados y ex-combatientes supLos era holgadamente las bajas del Ejército de EE.UU. en las guerras de Irak y Afganistán.
El resurgir del MDMA
Los heridos de guerra -y no sólo ellos, sino las víctimas de abuso sexual y otras violencias- han encontrado un inesperado aliado en el MDMA, la molécula creada hace un siglo en Alemania y sintetizada de nuevo por Alexandre Shulgin en los años 60. Más conocida como droga recreativa bajo el nombre de “éxtasis”, y de inmensa popularidad en las fiestas, clubes y raves de medio mundo, el MDMA permite recrear el trauma con una dosis de distancia emocional que permite sanarlo.
Descriminalizar la Naturaleza
El penúltimo obstáculo que debe salvar la medicina psicodélica para incorporarse a la práctica médica es de índole política. Las leyes prohibicionistas que siguen vigentes en la mayor parte del mundo deben cambiar para permitir un entorno seguro para la práctica terapéutica.
En este sentido, se prodigan movimientos que exigen la “descriminalización de la Naturaleza”, en referencia a la prohibición y consiguiente estigmatización de plantas medicinales psicoactivas de gran raigambre, como el cannabis, el peyote, la ayahuasca o los hongos psilocibes.
Think Tank fundado en Gran Bretaña en 1998 por Amanda Feilding, pionero en la investigación con psicodélicos en el campo de la salud mental.
La organización puntera en la investigación con psicodélicos en el mundo. MAPS de Rick Doblin lidera a nivel global los programas de formación de terapeutas psicodélicos
La figura de Stan Grof en la historia de los psicodélicos alcanza la categoría de leyenda. Su legado cobra forma de un minucioso programa de formación sobre la psicoterapia con psicodélicos.